El sector agropecuario es una actividad primaria, base de la seguridad alimentaria y nutricional del país, que si bien se ha sensibilizado en el no uso de prácticas insostenibles como la roza y quema lo largo de los años, presenta gran vulnerabilidad por el uso de sistemas productivos que no toman en cuenta los efectos del cambio climático.
Las condiciones adversas del cambio climático y los efectos de los impactos en la producción muestran que, por ejemplo, en el año 2020, las pérdidas ocasionadas por el huracán ETA en las zonas de producción agrícola estuvo por el orden de los 11 millones de dólares, principalmente en Tierras Altas, provincia de Chiriquí.
En ese sentido el Ministro de Ambiente Milciades Concepción manifestó públicamente que muchos de esos daños fueron producto de las malas prácticas en el uso de la tierra al no tomar en cuenta el uso de pendientes y el curso de las escorrentías que mayoritariamente fueron las que causaron el daño en las área de producción, al desconocer el alto volumen de precipitación que cae en menos tiempo, un fenómeno que estamos viendo en los últimos años.
Para Ligia Castro, directora Nacional de Cambio Climático de MiAMBIENTE, cada vez son más evidentes los impactos negativos del cambio climático, ya sea por los largos períodos de sequía o las constantes inundaciones, lo que provoca bajos rendimientos agrícolas y el aumento del riesgo de enfermedades, entre otros.
De acuerdo con el Segundo Informe Bienal de Actualización sobre Cambio Climático presentado por Panamá, el sector representa el 15.6 % de las emisiones totales en el país, y el mayor porcentaje dentro del sector corresponde a la ganadería.
Las categorías que se presentan en el Inventario de Gases Efecto Invernadero (INGEI) para el sector agricultura corresponden a: fermentación entérica, gestión del estiércol, cultivo de arroz, suelos agrícolas, quema de residuos agrícolas en campo, encalado, aplicación de urea.
Mediante el desarrollo de estrategias, planes, programas y proyectos se han fortalecido las capacidades, dirigidas a la identificación y aplicación de buenas prácticas ambientales orientadas al desarrollo sostenible, lo que ha permitido incrementar la resiliencia de los sistemas productivos. Ejemplo: Programa de Adaptación al Cambio Climático a través de la Gestión Integrada del Agua en Panamá.